“Poner en valor las pequeñas cosas”

Por Antxón Benito

Hace exactamente un año quise recorrer algunos de los pueblos abandonados de la zona de Tierras Altas de Soria. Tras hablar con algunos amigos y buscar por internet hice una recopilación de los lugares más interesantes a los que ir.

Uno de ellos era Sarnago. Un pueblo al que, para llegar, era obligado recorrer un buen tramo de pista sin asfaltar. Lo que hacía realmente complicado que alguien en su sano juicio o con un coche “de ciudad” pasara por allí.

Al llegar a Sarnago, una de las cosas que más me sorprendieron es que no sólo había algunas casas habitadas sino que se podía disfrutar, incluso, de un mirador con una mesa informativa sobre cómo se pone el sol y cómo corre 64 grados dependiendo de las épocas. “Es que los atardeceres impresionantes son uno de los símbolos de nuestro pueblo”, aclara el principal responsable de que Sarnago esté en boca de mucha gente, José María Carrascosa. Un vecino que tuvo que emigrar a Tudela, el lugar tradicional de emigración de estos pueblos, pero que siguió manteniendo los lazos con su pueblo de origen.

En mi caso salí del pueblo con 3 años pero al año siguiente ya empezamos a venir en épocas concretas a ayudar a la familia”, indica José María que, posteriormente, arregló una casa para poder ir más a menudo al pueblo con su familia.

Volver a dar vida a Sarnago

Un año después he vuelto a Sarnago para conocer más en profundidad una de las iniciativas que demuestran el poder de los vinculados para revivir los pueblos. Y la primera sorpresa es que la pista ya está asfaltada. Es la última muestra de lo que han conseguido con su impulso José María Carrascosa, un ciclón verbal que es capaz de condensar lo realizado en 38 años en poco más de dos horas, y el grupo de personas que empuja a la Asociación de Amigos de Sarnago.

Porque todo comenzó en 1980 cuando se creó la Asociación, el germen de todo lo que se ha conseguido en estos casi 40 años. Y que tiene como eje un mantra que José María repite con frecuencia: Intentamos poner en valor las pequeñas cosas que tenemos”. Además, tiene claro que “para luchar contra la despoblación hay que tocar muchas teclas”.

En los propios estatutos de la Asociación ya se establecía que el objetivo final era que Sarnago volviera a tener vida propia, “algo que entendemos que se consigue cuando hay alguien viviendo en el pueblo de continuo. Es complicado pero no imposible”, afirma José María.

Por eso, uno de los proyectos de la Asociación de Amigos de Sarnago es ampliar la sede y poder crear una vivienda en la segunda planta.

Pero tienen claro que si viene una familia debe ser con un medio de vida. “Una idea a explorar es que hagan trabajos varios como se ha hecho toda la vida como porteros de fincas. Pero que, además, pueda tener otro medio de vida como un turismo rural o algo relacionado con el sector primario como hacer queso”, dice José María, que defiende con claridad que “hacer un huerto es algo bonito pero no una solución de vida”.

Para conseguir este objetivo, es consciente de que “tal y como ha cambiado la sociedad, si no hay conexión a internet para poder hacer determinados trabajos es un hándicap impresionante para la recuperación de los pueblos. En Sarnago al menos contamos con una buena conexión 3g”.

Centro de acogida de pueblos deshabitados

La Asociación de Amigos de Sarnago cuenta con un local propiedad del Ayuntamiento como sede social. En él es donde se han gestado desde la revista que anualmente se distribuye a más de 2.000 personas, un museo o, incluso, un “centro de acogida de pueblos deshabitados, porque no me gusta decir despoblados”, afirma José María.

La idea es que este centro de acogida sirva como referente para toda la gente que tuvo que irse y ya no tiene una casa u otro tipo de referente en su pueblo. “Aquí pueden venir y hacer una comida. Lo hemos adornado con fotos del libro de César Sanz de “Viaje a tierras altas” y queremos poner en el centro un plano de toda la comarca y de cómo se puede ir a cada pueblo”.

Otra de las máximas que defiende este grupo es que “creemos que todo tiene que ser a nivel comarcal. No podemos ir cada uno por su cuenta”. Por eso, el centro de acogida se circunscribe a la zona de Tierras Altas de Soria donde hay más de 20 pueblos deshabitados.

La puntilla fue cuando en tiempos de Franco se decidió que la forma de asentar población era repoblando pinos. Esto llevó a que en un plazo de 10 años se pasara de 100 a 0. La transición de lo rural a lo urbano que en Europa llevó 100 años aquí sucedió en 10”, explica con vehemencia un José María que se entristece al hablar de que “hay gente que no quiere volver más porque es triste pensar que dejaste a tus antepasados, que se ha caído la casa de tus padres o la pila donde te bautizaron. Algunos hasta se sienten insultados. Por eso, para que vuelvan habría que darles, al menos, algunas facilidades básicas como arreglarles el camino para que lleguen y alguna fuente para beber agua”.

Recuperar el pasado para saber dónde vamos

José María tiene muy claro que “con la despoblación se pierden 3 cosas muy importantes: la cosa económica, la social y una a la que creo que no se le da la importancia suficiente, la cultural”.

Es precisamente ésta última la que más le preocupa. Por eso, ya en 1985 comenzaron a crear un museo en la antigua Casa del Maestro para intentar recuperar herramientas y materiales que de otra manera se iban a perder. “Utensilios que se han usado desde hace siglos pero que ya no tienen función. Ya no hay cantareras, lumbres bajas, morcillas, bancos de la lumbre,… Este museo es una forma de recuperar nuestro pasado para saber dónde vamos”.

La idea que impulsa el museo es que antes en el mundo rural no había basura, todo era reciclable. Por eso, “ahora pagamos por que nos limpien las calles pero antes, el que limpiaba el Mercado, uno de los centros de afluencia por excelencia, pagaba por hacerlo, porque podía quedarse con lo que se encontrara”. A este respecto, José María Carrascosa opina que “hay que fomentar la idea de mercado aunque debe ser de otro tipo. Quizá más artesanos como se hace en Alemania, Francia o, incluso, el País Vasco”.

Las móndidas, una fiesta milenaria

Otro de los esfuerzos de la Asociación de Amigos de Sarnago se centra en la recuperación de tradiciones. Una de ellas, la festividad de las móndidas, fue, incluso, galardonada el año pasado con el Premio Colodra de la Diputación Provincial de Soria.

Este premio tiene el fin de valorar y destacar públicamente el trabajo de particulares, asociaciones o entidades en su contribución a la defensa y divulgación de los valores del folklore, la cultura popular y la tradición oral soriana en cualquiera de sus manifestaciones.

Una elección que es evidente que es todo un acierto en este caso. Y eso que “es la actividad que más nos cuesta. Más que el museo, las hacenderas o la revista. Necesitamos 3 chicas que se vistan para que no se pierda la fiesta y no es fácil encontrarlas”, indica José María.

La Asociación de Amigos de Sarnago comenzó la recuperación de la tradición de las móndidas en 1982. Esta festividad se celebra en todos los pueblos el mismo día, la última luna llena de la primavera, el Día de la Trinidad. Y existen dos ideas sobre su origen. Por un lado, hay quienes opinan que se celebra la batalla de Clavijo en la Reconquista hace unos mil años.

Pero hay otra teoría que defiende que es aún más antigua al provenir de los ritos celtas. Por eso José María apunta con vehemencia que “me llevan los demonios que se pueda perder esta tradición que puede tener 1.000 o 2.000 años y en otros lugares cuidan otras fiestas que tienen mucha menos historia. Por ejemplo, San Fermín, que tiene 450 años, la Feria de Abril, 150, las Fallas, 100 o la Tomatina, que tiene unos escasos 40 años”.

Sarnagueses por el mundo

Una de las maneras de sufragar estas iniciativas es mediante marketing de guerrilla. Así, se empezó con camisetas, libros, polares, mochilas, tazas, imanes,… todo tipo de merchandising que les ayude en sus objetivos. Porque, como José María defiende, “para que algo funcione tiene que haber iniciativa privada junto a la pública”.

A raíz de sacar la nueva camiseta de la Asociación de Amigos de Sarnago pensaron que una forma de hacer más pueblo es lo que han llamado “Sarnagueses por el mundo”. “Se trata de algo tan simple como que los amigos de Sarnago se fotografíen por todo el mundo con la camiseta. Luego nosotros las ponemos en la web, en todas las redes sociales e, incluso, en un panel en la sede social. Nos ayuda a tener más visibilidad”.

Esta ayuda es la que permite que se hagan cosas como un encuentro de artistas de todo tipo que se habían inspirado en la obra de Julio Llamazares en una reunión conmemorativa del 30 aniversario de La lluvia amarilla.

O la recuperación del lavadero que terminó en 1993 una obra que se comenzó en 1917 para llevar agua corriente al pueblo. “Al tener una altitud de 1.250 metros es complicado tener agua pero se hizo un pozo de captación de agua perforando a 100 metros y va a un depósito desde el que se distribuye a todo Sarnago”, indica José María.

La recuperación de la iglesia

Pero aún quedan muchas cosas por hacer. Por ejemplo, los desagües. O uno de los proyectos más ambiciosos que se han acometido desde la Asociación: la restauración de la iglesia, actualmente en ruinas.

En todos los pueblos la iglesia es el edificio más significativo, seas o no creyente. Por eso queremos recuperarla. Ya hemos iniciado negociaciones con el obispado y tenemos un boceto de proyecto realizado por un arquitecto oriundo de Sarnago”, explica un José María entusiasmado. “El problema es que es mucho dinero pero soy de los que opinan que cuando la construyeron tenían menos dinero y medios que ahora”.

Así, la primera fase sería desescombrar y limpiar la nave para poder hacer actos culturales. ¿Cómo se puede sufragar esta obra? Aquí entra en juego, de nuevo, la imaginación de José María y sus amigos. “Pensamos en vender el proyecto por todo el país. Podemos hacer una campaña de crowdfunding, un apadrina una piedra u otras decenas de opciones”, explica el impulsor de este movimiento.”Con 1.000 personas que pongan 50 euros se puede conseguir la primera fase. Y no hay que olvidar que hacemos 2.000 revistas. Por eso no es tan descabellado”.

Esto vuelve a demostrar la filosofía que impulsa la Asociación de Amigos de Sarnago. “Al menos hay que intentarlo, lo que hará que se nos conozca y que se hable de nosotros por toda la geografía nacional. Sé que peor no va a estar. Todo lo que vayamos a hacer siempre va a mejorar lo que hay”.

Por eso, cuando se le pregunta a José María Carrascosa si piensa que hay una “burbuja de la despoblación” en la que muchos hablan y pocos hacen su respuesta es contundente: “Decir es importante, hay que hablar de ello. Luego cada uno que haga lo que pueda hacer en cada momento. Si no se habla de la repoblación es la invisibilidad. De ahí, por ejemplo, la importancia de las redes sociales en la actualidad. Pero también es esencial hacer. Y hay muchas formas de poder hacer las cosas. Todo no es económico”.

Llega la tarde y con ella Sarnago se tiñe de rojo. Una vista impresionante casi en 180 grados de un ocaso que en otros lugares congregaría a miles de personas. En Sarnago, de momento, sólo hay unos pocos. Pero con el ímpetu de la Asociación de Amigos de Sarnago estoy seguro de que lograrán que algunos más se acerquen. “Porque merece la pena venir a Sarnago aunque sea para disfrutar de estos atardeceres”, sentencia José María Carrascosa.

Clonemos Sarnago

Por Roberto Ortega

Si en Soria hubiera, pongamos por caso, ochenta asociaciones como la de Sarnago, esta provincia sería muy diferente. Sarnago fue uno más entre los pueblos de Tierras Altas que quedaron deshabitados allá por los años sesenta y podría haberse quedado en el olvido, como tantos otros. Pero hace casi 40 años, un grupo de amigos vinculados con la localidad se rebeló contra ello.

Cuatro décadas más tarde ya tienen 176 socios y su trabajo es impresionante. Lo copiamos y pegamos de su página web porque merece la pena repasarlo: tendido eléctrico de alta tensión desde San Pedro hasta el pueblo y su correspondiente distribución en baja tensión; instalación de alumbrado público por todo el pueblo; cambio de tubería e instalación nueva desde el nacedero de la fuente pública hasta el pueblo; restauración de la fuente pública y lavaderos; arreglo del cementerio; remodelación del edificio del antiguo Ayuntamiento, convirtiéndolo en Casa de Cultura; perforación de un pozo para captación de agua; instalación del agua corriente en las viviendas; recuperación de antiguos oficios (recreación de una calera); arreglo de la plaza del pueblo.

A eso hay que añadir algunas cosas menos tangibles, como la recuperación del orgullo por el pueblo, de la historia del lugar y de alguna de sus tradiciones. Algo que han plasmado en revistas, libros, mochilas, tazas o camisetas (que han paseado por todo el mundo).

Su próximo reto es recuperar la iglesia del pueblo, un trabajo ingente que conseguirán llevar a cabo (no me cabe duda) y que les mantendrá ocupados bastantes años.

Las personas llamadas ‘vinculadas’ a lo que se llama la España Vacía pueden ser un buen ariete para empezar a combatir la despoblación. En eso, la asociación de amigos de Sarnago es un ejemplo memorable, que si lo clonáramos lograría cambiar la faz de muchos pueblos olvidados de esta provincia.