“Por qué volví a Soria”

Una historia de Silvia Herrero

De Soria. Con la cabeza alta y el pecho henchido siempre contesto: “soy de Soria”. Con orgullo, haciendo alarde de ser soriana cuando me preguntan ¿de dónde eres? Un orgullo que no sabía que podía existir hasta que me fui de mi tierra.

Mi juventud dio la mano a las ganas de volar, de crecer, de conocer mundo, de comérmelo… Y sin pensarlo dos veces, me fui. La universidad me esperaba y, con una maleta cargada de ilusión y aspiraciones, dejé atrás mi pueblo, mi hogar. Pasaron cinco años y, con la formación adquirida y el ímpetu por comunicar que emanaba por los poros de la piel de aquella recién licenciada, la vida me trajo de nuevo a Soria. En una época en la que el país estaba sumido en una crisis total y de mucha incertidumbre, la prensa de la provincia me daba voz para poder contar lo que estaba pasando desde mi propia tierra. Estaba convencida de que podía ir más allá, llegar más lejos y desde allí gritar más fuerte. Pero de nuevo cogí la maleta y me fui. Llegué a la gran ciudad, el lugar donde creía que los sueños se harían realidad y darían como resultado la fórmula mágica de la felicidad. Ilusamente creía que el buen hacer aprendido en Soria de la mano de profesionales compañeros sería multiplicado, pero resultó ser dividido. En realidad, llegué a una ciudad donde los sueños se venden baratos a empresas que fagocitan a las personas hasta convertirlas en meros números al servicio de sus intereses. No importa que sean medios de comunicación, instituciones o grandes compañías. Sin darte cuenta, pasas a formar parte de proyectos cuyo objetivo son unos altos revenues que, de manera proporcional, abren una brecha entre tu realidad y aquellos ideales, aquellos sueños por los que un día abandonaste tu tierra. Pasas a formar parte de una ciudad plagada de autómatas que, con rictus apagado, repiten la misma procesión día tras día. Una ciudad donde las distancias tienen el caro peaje de quedarse con tu tiempo y energía que quedan atrapados en la monotonía. Como una necesidad vital, durante todo este tiempo no hubo semana en la que no regresara a Soria. Donde respirar aire limpio es simplemente respirar; donde disfrutar de su gente, de su cultura, de la naturaleza… no es otra cosa que vivir.

Un día me fui de mi tierra sin saber que estaba navegando en dirección contraria a mi futuro, a mis sueños, a mi felicidad y a lo que es hoy mi presente. Sí, he vuelto. He vuelto a la tierra que me vio nacer. He vuelto porque un día decidí perseguir de nuevo mis sueños y ellos me trajeron hasta aquí. Me trajeron hasta Soria. He vuelto con una maleta cargada de experiencias y demostrando que vivir en Soria no es incompatible con formar parte de grandes proyectos. Que el trabajo que un día comencé a desempeñar en la gran ciudad hoy se puede continuar realizando desde aquí, gracias a la tecnología y las comunicaciones que son el lazo que une la España vaciada con el resto del mundo. La repoblación no es una utopía, sino una realidad.

Erróneamente la sociedad tendemos a pensar que el éxito solo puede darse en las grandes ciudades, en las grandes empresas. Pero el verdadero éxito son las personas. El verdadero valor, el verdadero potencial no lo hacen las urbes masificadas sino las personas, los profesionales que hay detrás.

Un día decidí dejar atrás la ciudad de los sueños para regresar a la ciudad de mi vida.

Bienvenida a Soria, bienvenida a la vida.